El “efecto cero”. Perú. Elecciones presidenciales 2011 y el “cuco” fantasmal
El “efecto cero”
Perú. Elecciones presidenciales 2011 y el “cuco” fantasmal
El regreso del “cuco” viviente. Ollanta Humala desde que apareció en el primer lugar de las encuestas como candidato con mayor opción para llegar a la presidencia de la república peruana ha generado miedo y espanto. Ello sobre todo en los grupos empresariales, el poder económico, algunos medios de comunicación en el país, y de sus partidarios opositores que ven –con desesperación- perder sus esperanzas de llegar al gobierno. Desde ese momento se ha producido una campaña abierta o solapada en su contra, con un claro interés de azuzar el miedo y espanto en la opinión pública/electores para evitar que voten por él, viva encarnación del “cuco”. Esta campaña "de miedo" se ha vuelto sistemática, mucho más en el tramo final de las elecciones. Se intenta “alertar” a los electores de la inconveniencia de votar por Ollanta para los intereses del país y de todos los peruanos porque nos haría retroceder a años de barbarie y de dictadura al estilo de Chávez en Venezuela, de Castro en Cuba, etc. Sin embargo, es evidente que es una campaña que no está dando resultados. Y por más entrevistas a diputados venezolanos que se hagan en programas de radio con el fin de vincular a Chávez con Ollanta, o publicar imágenes de Chávez con Ollanta en algunos medios periodísticos, o mediante correos electrónicos con ese tono no se logra la intención propuesta de disuadir a quienes declaran su intención de votar por Ollanta, al menos, hasta este momento. Algunos ejemplos son los mensajes enviados por internet: “Humala, ángel de la muerte”; “quienes voten por Ollanta Humala participaran moralmente, se harán cómplices morales de los crímenes cometidos por el presunto transgresor penal Ollanta Humala, "capitán Carlos" en Madre Mía y así asesinan dos veces a las víctimas inocentes de humildes civiles!”, (todo escrito en mayúsculas).
Entonces, nos preguntamos: ¿Cuál es el punto en el que el “cuco” fantasmal pierde su fuerza coercitiva y estimula –en sentido contrario- a los electores a tomar un camino distinto respecto de aquellos que quieren disuadirlos de su voto apelando al tan clamado “cuco”? ¿Cuál es el límite que separa la verdad de la mentira, o mejor, que una posible verdad se convierte en una posible mentira? En otras palabras ¿Por qué los planteamientos de Ollanta, tan aclamados como inconvenientes para el país, que afectarían al crecimiento del Perú, a su economía, y a las personas "de a pie", no disuaden a sus votantes a desprenderse de ese candidato? ¿Por qué antes de asustarse con el “cuco”, un grupo de electores se anima a cambiar su voto hacia él?
Esto es lo que yo llamaría el “efecto cero”. Es decir, la reiterada invocación al “cuco” generaría el efecto inverso. Esto se produce cuando las invocaciones que se realizan pierden credibilidad ante la opinión pública. Es decir, hay un momento en que toda transmisión del mensaje se anula por completo y genera su efecto inverso: animar a las personas a tomar el rumbo contrario y estimular –sin proponérselo- a los indecisos a tomar una decisión por el “cuco”, ya en ese punto, domesticado.
El “punto cero” se produciría a través de un mecanismo de tres pasos: suspicacia-incredulidad del mensaje, resistencia-anulación del miedo, y asunción del sentido inverso del mensaje “de miedo”. Esto se daría de la siguiente manera: la reiterada invocación al “cuco” produciría primero suspicacia por la insistencia del mismo mensaje –con variantes- de casi todos los medios y de personas ligadas al poder económico, al mismo tiempo produce incredulidad producto del “carga montón” que se le hace al candidato desde todos los flancos. Situación que causa una suerte de antídoto que llevaría a anular sus efectos, o sea, pérdida del miedo. El “cuco” ya no da miedo, puede dar risa o suspicacia, pero ya no miedo. Segundo, estimula –la invocación al “cuco”- a tomar el camino en sentido inverso. Esto hasta por fastidio, por el solo hecho de dar la contra a los hacedores del miedo. Y tercero, produce un bloqueo, una cerrazón de todo mensaje en contra, de todo aquello que mencione lo malo del supuesto “cuco”. Eso es lo que al parecer estaría ocurriendo, hasta el momento, con el caso Ollanta Humala. Las personas han decidido su voto por Ollanta y se han incrementado notoriamente en las últimas semanas ubicándolo en un 28% de las preferencias en las encuestas, CPI; 27% Ipsos-Apoyo (3 de abril, 2011) a pesar que la campaña en su contra haya ido creciendo. En este punto se produciría un bloqueo, una cerrazón de no aceptar toda idea negativa que vienen diciendo de Ollanta. Aún a pesar de las afirmaciones de inconsistencias de sus planteamientos. Es decir, el “efecto cero” anula toda posible mella que pueda ocurrir al candidato Ollanta, y lo blinda ante cualquier crítica por más valedera que ella sea.
Por tanto, las claves de los límites de los discursos se encontrarían en varios niveles: en la realidad social del elector, que no ve reflejado el crecimiento económico en su situación personal y familiar; en la desconfianza a quienes emiten el mensaje (asociados con el poder y los ricos); en el mensaje reiterativo que genera suspicacia en él. Por ello, las críticas hacia Ollanta no surtirán el efecto deseado por más que se le denomine “Ángel de la muerte”. Como dato, después del gobierno de Toledo-Kuczynski surge Ollanta candidato y por poco gana las elecciones presidenciales del 2006. En las postrimerías del gobierno aprista, con Alan García, resurge Ollanta Humala con serias posibilidades de ganar las elecciones del 2011, generando espanto a la clase política y sectores económicos que sustentaron ambos gobiernos. Más allá del gusto o disgusto que genere la preferencia del electorado por Ollanta, y por más que no llegue a la presidencia, su presencia en la política peruana y la inclinación de un grueso sector de la población peruana hacia él, tiene que ser explicado no invocando miedos y temores sino ubicando las raíces del por qué en un país que tiene un crecimiento económico del 8, 9%, surge un personaje como Ollanta Humala denominado el “anti sistema”.
Lima, 6 de abril, 2011